Mastín Napolitano
Esta historia es a partir de los sumerios, quienes criaban perros grandes y poderosos para utilizarlos tanto en las batallas como en la caza de leones y de otras fieras. La característica principal de estos perros era su hocico fuerte y corto, su cabeza inmensa y poderosa, las patas musculosas, los huesos pesados y un cuerpo a la vez pesado y de gran altura. Estos perros deben ser considerados como antiguos descendientes del Dogo del Tíbet, el cual, según las autoridades del caso, es el precursor de todos los perros molosos. En su calidad de viajeros, los sumerios extendieron estos perros por Mesopotamia 2000 años antes de Cristo. Eran molosos que se criaban y utilizaban para proteger las propiedades y también para guardar el ganado contra el ataque de los leones. Después de expandirse por el norte, el este y el oeste, estos perros llegaron, con el tiempo, a los fenicios. Alejandro Magno tenía muchos molosos y regaló a varios de ellos para que fueran llevados a Macedonia.
Durante su campaña en las Islas Británicas, en el siglo V a.C., Julio César encontró unos perros de inmensa estatura y gran ferocidad que él llamó Pugnaces Brittaniae. Se impresionó tanto con ellos que, a su regreso, se llevó algunos a Roma. La presencia de estos perros en las Islas Británicas confiere crédito al hecho de que fueron los fenicios quienes los esparcieron por la zona del Mediterráneo y otras zonas del oeste.
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